Debe ser el chileno más universal después de Neruda y Allende. Criado bajo la égida moral del General, el chino Ríos parece ser apolítico lo que según Umbral lo transforma en derechista.
El tenis los representa en tanto manifestación de individualismo. Lo demás corresponde a un tipo de juventud apática que habla con monosílabos.  El arte de la oratoria era de los muchachos de los 60. Un tipo de juventud que no conoce la solidaridad ni mucho menos aún el compromiso o como quiere que se le llame. Pertenece a un tipo de  juventud que ha hecho de la indiferencia un estilo de vida.
Debe dar dinero en colectas, pero en este país hasta el más humilde lo hace. Es su plata, y ganada con el sudor de su frente. El Chino Ríos es chileno y esto quiere decir que no termina lo que empieza. Nos debe un gran slam,  a pesar de que tiene el talento para lograrlo. Fue el Nº1, pero fue tan breve que no lo alcanzamos a gozar.
El Mercurio, el diario oficial de la derecha chilena lo ubicó como el mejor deportista del siglo. El decano de la prensa olvidó, así como lo hizo con  los detenidos-desaparecidos al Tani Loayza, a Arturo Godoy y a Raúl Choque. Hijo de changos, éste último es el único campeón del mundo que tiene este país. Neruda y la Mistral también lo son, pero dudo que el Chino los haya leído.

El chino es espectacular hasta cuando pierde. Verlo jugar es gozar. Sus paralelas desconciertan así como su estado de ánimo. Lo han visto en discotheque jugando con su cuerpo alejado de la farándula y de los sponsors, provocando la ira de los sacerdotes de la moral deportiva que no son pocos.
A Ríos parece que le gusta jugar y no ganar; en eso es un niño, en eso es chileno. Ha ganado tanto dinero que podría hacer lo que en sus sueños devanea: dejarlo todo y hartarse con comida chatarra.  En eso es también chileno.