Lo que se llama industria de la música, y en rasgos más específico, del disco, es algo que en Iquique tiene un pasado relativamente cercano. Hay que hacer la salvedad. El tiempo histórico siempre es más corto que el arqueológico. Hablar de los años 70 es para la historia un tiempo relativamente largo. No lo es para la ciencia que desentraña el pasado a través del estudios de artefactos materiales.
¿A qué viene todo eso? A riesgo de equivocarme, el primer disco que fue grabado en Iquique, contiene dos himnos. El de Iquique, que figura bajo la autoría de Santiago Polanco Nuño, con el tiempo, se agregaría a Victoriano Caqueo, y el dedicado al Campeonato Mundial de Pesca Submarina, cuyo autor es el injustamente olvidado Enrique Luza Cáceres. El alcalde de Pica, debería poner en valor la inmensa obra de este hombre tan nuestro, que compartió sabrosas historias con el autor del vals «Iquique», don Gilberto Rojas. El orureño escribió también «Linda piqueñita».
«Los González», «Los Bingos», «Los New Demons» ya habían grabado años antes. Para ello debieron desplazarse a la capital. Lo singular del disco en comento, es que se inicia una etapa de producción musical regional. Es el caso de este disco 45 rpm, que Jorge Reyes, me ha regalado. Fue grabado el año 1971. Tiene el sello «Ritmolandia» y su dirección es Tarapacá 350. Aparece además el nombre de María A. de Carrero. Con el tiempo, este sello iquiqueño, se trasladó a Serrano, frente a donde alguna vez estuvo la Casa del Deportista. Y en la actualidad, en la calle Barros Arana al llegar a Sargento Aldea.
«Carrero Disco» es la continuadora, en el fondo y en la forma, de «Ritmolandia», A esa familia le debemos el poder contar con grabaciones regionales, que los sellos de la capital, se negarían a apoyar. Allí se encuentra la «movida» regional de la música, además de DVDs sobre la fiesta de La Tirana, San Lorenzo, por sólo nombrar dos. Cuando se habla de descentralización, es bueno incluir la dimensión cultural. Y en este caso de la llamada «industria cultural». Gracias al catálogo que esta familia ha sabido aumentar con el tiempo, tenemos la posibilidad de mostrar a quienes nos visitan nuestra identidad cultural musical.
Tiene además algunas joyitas que habría que reeditar. Un par de grabaciones de Los Blops, que según Mauricio Santander son de antología, las canciones de Héctor Campusano que grabó en «Conversaciones» una obra que en los 80, en el mundo no oficial de la ciudad, pegó y fuerte. Tiempo de cantautores, que grababan en casetes.
La funda del disco 45 rpm, arroja además información ad hoc. Es de color amarillo y negro. Tiene un dibujo, de la torre de la Plaza Prat con algunas palmeras. En su costado izquierdo inferior, una figura tropical que mueve las caderas. En ese entonces la música tropical, Ñatito Cortés y su Orquesta, entre otras, era dueño de la noche. Le debemos a “Ritmolandia” y luego a “Carrero Discos” el haber atesorado y divulgado una buena parte de nuestra música.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 18 de enero del 2009