Fui por mucho tiempo y sobre todo en la década de los años 80 del siglo pasado un rodriguista militante, con cuotas al día. Pero, aclaremos, de la facción de Silvio. En tal condición traficamos con casetes pirateados que iban de mano en mano. En muchos de los casos grabados en pésimas condiciones. “Óleo de mujer con sombrero” se escuchaba tan mal que tardamos que descubrir que el viejo Chagal, era el pintor y que siempre hay una mujer innombrable. Hay que recordar que Gloria Simonetti grabó Ojalá, y que omitió la frase “a tu viejo gobierno…”. Pero ayudó a masificar esa canción en la que no había disparo de nieve.
En un baño del viejo Wagón un poeta que tengo identificado escribió un verso del cubano: “Como no me te quitas de las ganas”. La banda sonora de esos años duros fue la voz de Silvio y de la trova cubana en general. Silvio y Pablo eran como dos inmensos tamarugos. Escuchar a Silvio se convirtió en militancia, manifiesto y teología, que no es lo mismo, pero que es igual. Nos enseñó como una canción de amor está incompleta sin el compromiso con lo social. «El dulce abismo», se transformó casi en un libro de catecismo y «La fábula de los tres hermanos» en una especie de auto-ayuda, pero con ironía. Recuerdo la generosidad de Patricio González quien nos prestó el casete original recién salido del horno «Rabo de nube».
En Iquique en los 90 y con democracia en ciernes, en el viejo estadio de Cavancha tuvimos la oportunidad de verlo y de cantar sus canciones. Abandoné parcialmente el rodriguismo por causas y azares que no es el caso de mencionar. Pero de tarde en tarde, repaso esas canciones y vuelvo a creer en eso de que la era está pariendo un corazón. Silvio tiene en la Nueva Trova y en un tal Juan Carlos Rocha vida para siempre. Los colectiveros, tan especiales ellos, te sorprende entre tanto Arjona, Maluma y aplausos grabados, escuchando al cubano. Silvio cantando «Dentro» de Luis Eduardo Aute, muestra todo su talento y humildad.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 14 de octubre de 2018, página 15.