Nuestro poeta mayor dice que Iquique es la ciudad más quemada de Chile. Y cuánta razón tiene Guillermo Murray. Es el modo de cancelar el puerto de madera para luego, abundar en dar lecciones de patrimonio. Algunos prefieren una vieja fotografía a esa iglesia que ardió por los cuatros costados y como ceremonia de clausura el campanario cayó hirviendo como nunca. ¿De qué año eran? ¿Qué sabemos de las imágenes quemadas? ¿Hay algún inventario?

Se construyó el año 1904 cuando la ciudad no pensaba crecer tanto. Era un Iquique que llegaba hasta 21 de mayo. Más arriba lecherías de italianos cuyos apellidos aún se pronuncian. Barrios de proletarios, anarquistas y comunistas que desafiaban la prédica curial. Había que llevar la voz de Dios ante tantos analfabetos… En 1903 se editaba la novela Tarapacá. Creían en lo sagrado, pero no en los curas. Eran anti-clericales.

Pero no era solo una iglesia. Tenía además una escuela y una humilde cancha de basquetbol. En su interior hermosos jardines al cuidado de los franciscanos. Poco a poco fue rodeada por humildes casas y gente de trabajo. En torno a ese patrimonio se alzó el barrio  Latorre. Por su adecuada acústica fue usada por la orquesta regional.

Gran parte de mi parentela se casó en esa catedral de madera. Otros fueron bautizados y también si la memoria no me falla, hicieron la Primera Comunión. Recuerdo una preciosa misa despidiendo al gran arquero Roberto Sola. Era como si  el cura, lo hubiese visto jugar, bajo los tres palos del viejo estadio de Cavancha.

Hay que recordar la feria de la calle Latorre para  dimensionar la densidad de esas calles. Puestos de verduras, ropa usada y un bullicio, alterado de vez en cuando por la huida de un toro que sabiendo su destino, se rebelaba, arrasando los que encontraba a su paso. Los matarifes parecían venir del lejano oeste.

El aroma a madera quemada permanecerá como tributo a una nueva pérdida. El fuego en Iquique tiene mucho que hacer. Lo que viene puede ser peor.

Publicado en La Estrella de Iquique el 20 de octubre de 2024.