El viernes santo era de recogimiento absoluto. Iquique entraba en una especie de introspección colectiva. Las tres radioemisoras se programaban para emitir canciones llamadas “selectas” o clásicas. En la cocina se preparaba pescado, ya que comer carne era un tabú. La pelota de fútbol o de basquetbol eran sigilosamente guardadas bajo la cama. Estaban prohibidos los sonidos al no ser lo estrictamente necesario.

El silencio envolvía ese día y de vez en cuando un ladrido de un perro fariseo alteraba el silencio. Al caer la tarde las campanas anunciaban que era la hora de rezar y de caminar por calles silenciosas.

Pero se tenía la certeza del sacrificio de Jesús por todos nosotros y sobre todo de la resurrección. El viernes era un día largo, triste y nuestros pecados eran tantos que sin embargo el sacrificio de Jesús, gracias a su inmolación se desvanecian. Nacíamos y al poco rato ya éramos cristianos y católico, que no es lo mismo, pero es igual, como afirma el poeta cubano que además canta.

Había gente que bautizaba a sus niños con el nombre de Jesús. El pobre debía cargar de por vida, esa pesada cruz. Tengo un amigo que se llama Jesús Salvador, hace rato que no lo veo. Los nombres de los otros apóstoles servían de inspiración. Menos uno. Nadie bautiza con el nombre de Judas, sólo clasifican algunos perros. El domingo se concurría por la mañana, a participar de la quema de Judas. Una especie de dramatización de la venganza contra los traidores. En Iquique, en “Mi casa” de la calle Juan Martínez al llegar a Zegers, su dueño. Jorge Muñoz, trajo ese ritual de Valparaíso. Luego se fue al Mercado Municipal, al Dandalo, a la plaza Arica. Esta tradicional quema proviene de España y los colonizadores la traen consigo al nuevo continente y la propagan por toda América latina.

El fuego en todas las culturas cumple la función de castigar y liberar. No en vano el poeta ya citado escribió y cantó: “Hay que quemar el cielo, si es preciso por vivir”.

Fotografía Hernán Pereira

Publicado en La Estrella de Iquique el 31 de marzo de 2024.