No teman. No es lo que ustedes piensan. El mundo tan loco no puede estar. Lo está, pero nunca tanto como para hermanar a dos tipos como éstos.
Sucede que, ayer o anteayer, a la hora de la siesta, el Canal 13 Cable, exhibía un documental sobre la obra y trayectoria de Serrat y, su relación con Chile. Otro canal más hacia la derecha, uno que se llama Bio, mostraba la vida y obra de Arjona.
La siesta no pudo realizarse.
El paralelismo era interesante. Saltaba, gracias al control remoto de un canal a otro. El padre de Arjona, le regaló a Ricardo, cuando éste cumplió diez años, una guitarra. Ahí empezó todo. Por favor padres, sean responsables a la hora de los regalos. Estos nunca han sido neutros. Gracias a esa guitarra, debemos soportar la “poesía” del guatemalteco. Pero siempre hay una curiosidad. El autor de “La mujer de las cuatro décadas”, era un buen basquetbolista, seleccionado nacional. Este deporte perdió. La música también. Y qué decir de la poesía. Julio Iglesias -a modo de pie de página-, se probó como arquero en el Real Madrid. Al menos, eso dicen.
Serrat, cantó en catalán en pleno franquismo. Fue prohibido. Vivió el exilio. Pinochet no lo dejó entrar a Chile. Sus canciones forman parte de la memoria colectiva de América Latina. El LP Mediterráneo, con su “Pueblo Blanco”, nos incitaba a pensar en Iquique, cuando estábamos lejos. Escribió “Penelope”, una obra maestra de la espera y, de sus curiosas consecuencias. Se alió con Machado y cantó a la libertad con el “todo pasa y todo queda”. Repitió, con Miguel Hernández, Mario Benedetti y Ernesto Cardenal.
No hay punto de encuentro entre ambos. Arjona, eso sí, me debe una siesta. Por cierto, la culpa es mía.