A cada rato Susano volaba alto. Es más,  nos hacía volar a todos quienes los observamos mover sus dedos y a través de esos labios, a veces resecos, producir esas melodías que nos hacían abandonar la quietud de nuestros siempre inquietos cuerpos. Cuerpos peregrinos, evidentemente.

Nuestros padres y abuelos tenían la virtud de ponernos nombres que no dieran lugar a la duda. Homenaje a su vez a sus padres y madres. Domingo, Josefina, Arturo, Estanislao. Sus padres Susano y Susana le pusieron por nombre José Humberto, sus apellidos Gutiérrez Huerta. Sus amigos los rebautizaron como Susano. ¡Que delicadeza de nombre, que armonía de vocales! Y con que desplante lo llevaba, como quien lleva un trofeo en un mano y en otra su instrumento.

Susano tenía la piel como todos nosotros la tenemos: morena y curtida por el sol, en su caso,  de la oficina Victoria, que quema con alevosía.  Lo vi muchas veces tocando su instrumento. En el Bodegón en la ex Universidad del Norte y ex ferrocarriles del Estado, en el casino Agpia, en Huatacondo, San Lorenzo y por cierto en La Tirana.

Después del Maestro Contreras, Susano ejercía la autoridad a través de su mirada y sobre todo de su sentido del humor. Se reía hasta de la muerte. Y no dudo que hasta de su propia muerte. En la romería de los músicos del próximo 16 de julio, su nombre estallará en ese ritual fúnebre en que el humor siempre está presente.

En Tarapacá lo entrevistamos en búsqueda de la historia secreta y no tan secreta de los Wiracochas. En La Tirana lo vi hablando y sonriendo con el pelao Gavilán y el chino Chimán. Echamos la talla y nos despedimos. Hoy la noticia corrió como suelen correr las malas noticias. Un whatsApp con su asquerosa brevedad me dice «Susano ha muerto». La gente como Susano no se muere nunca. Escribo mientras al fondo suenan los Wiracochas. Todas reconocen al Maestro, al amigo, al sonriente. Su funeral, en el Día de la Música, nadie lo sabia, pero sólo él, mañoso lo hizo coincidir y juntó a todas las bandas. ¡Grande Maestro!

Publicado en La Estrella de Iquique, el 6 de octubre de 2019, página 13