El año 1903 de la imprenta “El Pueblo” ubicada en Serrano N^ 83, sale la novela “Tarapacá”. Su autor Juanito Zola,  pseudónimo de Osvaldo López y de Nicanor Polo, dos obreros anarquistas y masones que deciden prender la llama de la justicia social. El personaje principal, un obrero ilustrado de nombre Juan Pérez. Ese mismo año y en la Plaza Condell, la policía secreta de Iquique, intenta asesinar a Osvaldo López.

Osvaldo López recorre la pampa organizando a los trabajadores. Llega a Iquique a fines del siglo XIX. Se instala en la ciudad y empieza su labor en pos de la justicia social. La novela “Tarapacá” es un retrato de la situación de los obreros y de la provincia. Es un cuadro realista que traza los planos y las profundidades de la miseria de muchos y de la opulencia de pocos.

Es de acuerdo a los canones de la época una novela anticlerical. Y no podía de ser de otro modo. El pensamiento ilustrado de la época veía en la elite religiosa y en su discurso la causa de la ignorancia del pueblo. Hay que recordar, además, que el alcoholismo, es entre otros problemas, la expresión más dramática de la pobreza. Aliados al clero y los salitreros deciden quemar la novela. “Tarapacá” se convierte en la novela maldita.

El antofagastino Mario Bahamonde es el primero en dar cuenta de esta obra. E indica donde quedaron dos de sus ejemplares. En la década de los 80, en este Iquique tensado entre Pisagua y la Zofri, empieza a circular una fotocopia. Tres buenos iquiqueños, uno de ellos, en Estados Unidos la atesoran. Desde ese momento nace la idea de reeditarla.

La postulamos en varios proyectos, pero no resultó. La idea de publicarla en el 2003, fecha de su centenario se diluyó. El azar o como quiere que se le llame puso en el camino a Cristobal del Río, un santiaguino enamorado del norte grande. La concertación de voluntades hizo el resto. Ricardo Diaz dibujó a Nicanor López en base a una vieja fotografía casi ilegible. Héctor Espinoza y Norma Carlos, la transcribieron, Ediciones Campvs, editó las matrices, y la imprenta de Oñate le devolvió la vida en esta reimpresión.

La historia de la literatura chilena estaba coja. Faltaba este eslabón que inaugura la novela obrera del país. La figura de López y de Polo, se han perdido en el tiempo. Sin embargo, esta obra publicada gracias a la Ley de Donaciones Culturales y a la Corporación de Patrimonio Cultural,
constituye un homenaje a estos intelectuales obreros.

Esta reedición se inscribe entre los preparativos de la conmemoración del centenario de la matanza de la Escuela Santa María. Las demandas obreras planteadas por Juan Pérez serán la misma que el año 1907 movilizarían a los trabajadores a Iquique.