“Tata, tatita, hazlo por amor a Dios” le suplicaba el relator de una radio iquiqueña a Rubén Taucare, capitán del equipo y encargado de lanzar el último penal, ese que una vez convertido, permitió que Iquique volviera a la Primera División. La foto muestra el 3 en su espalda, el gesto técnico y la sangre fría. Todos los 3 del fútbol iquiqueño parecían encararse en la figura de don Rubén. Y así fue no más.

Tuvimos que escuchar el partido por radio; a aceptar que los hombres del micrófono nos tradujeran lo que acontecía en ese estadio pequeño, inhóspito y ajeno. Pero no era la primera vez que los celestes nos hacían sufrir y nos daban una alegría como la de este sábado. Ya lo hizo la selección del año 30, la del 35, del 37, del 43, y en casa el 47, y en Temuco el 55, el 65 y el 78 de nuevo en casa. Luego la historia de Deportes Iquique, y sobre todo ese año 80 que nos hizo recordar lo ocurrido ese sábado. Los Taucare, los Puch (nieto del Ñatito Cortéz), los Bolívar (nieto de don Hugo) y todos aquellos que se embarcaron en esta empresa de darle y darle alegría al corazón, se habrán acordado, siendo niños, de ese gran triunfo sobre Colo Colo.  Nos acordamos de Julio Martínez cuando al ir a jugar los nuestros a la capital advertía: “Cuidado que viene Iquique”. Si estaría con nosotros estaría hablando de Freddy Wood y de Rubén Aguilera. Su trabajo era la memoria.

La plaza Prat se llenó de hinchas que cantaron mil veces el himno a Iquique. Tampoco perdieron la oportunidad de enviarle un recado a nuestros vecinos: “El que no salta es llamo”. Un desborde popular con cantos, cervezas, bengalas,  lienzos, banderas, en la capital del nacionalismo, donde cada domingo la sociedad civil rinde culto a sus héroes. Esta vez los héroes eran de carne y hueso y corren tras la pelota, la cuidan y la meten al arco contrario.  Cada cual salta al abordaje.

Todo Iquique a lo largo y ancho del país estaba conectado a la radio. Taucare, el tata, el patrón, el nuestro por apellido y por sangre, por sudor y lágrimas, por estampa y color de piel, hizo lo que toda la ciudad le pedía: tocar el cielo, ese cielo en forma de red que cubre el arco del rival. “Tata, tatita”, como si fuera un enviado de la Pachamama, un demiurgo de la China y del Lolo, nuestros referentes locales en eso de pedirles milagros. Y le fue concedido.

Y nosotros, los que tenemos una historia futbolera extraordinaria hemos vuelto a poner las cosas en su lugar. Ganó Obama, ganó Iquique, nosotros los de estas tierra estamos de vuelta a nuestro hogar. Ese donde están los grandes. Ese camino que construyeron entrenadores como Víctor Alacchi, Oscar Olivares,  Flavio Rodríguez, Carlos Ominami, José María Novo, Ramón Estay, Jaime “Pipí” Carreño, entre otros.

La tarde del sábado 8 de noviembre, hay que ponerlo en rojo en el calendario iquiqueño, repleto de grandes hazañas. Ya los sabemos la memoria es frágil.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 18 de noviembre de 2008