La columna, ese género literario que tiene cabida en los periódicos, precisa de la síntesis, para realizarse, como tal. Y otras virtudes, por supuesto: ritmo, gracia y uno que otro acierto poético. Se escribe, en mi caso, semanalmente y, se tensa con la fatalidad de los plazos. No hay mucho tiempo para reescribir, que es el arte verdadero. No es el escribir, sino el revisar. Esa idea, es de Monterroso y, cuánta verdad tiene. La copio y la cito.

Debo, en 350 caracteres, decir lo que siento, y escribir lo que a veces pienso. Mis lectores, amigos y amigas, aunque no a todos los conozca, me regalan de vez en cuando, un pulgar apuntado hacia el cielo. Otros, me dicen: ¡buena!, pero te faltó… Y, ahí se incendia la pradera. Es imposible, contar el inmenso anecdotario de esta ciudad que, se reconocía en sus personajes populares, en sus plazas y en sus canchas, en sus noches de bohemía, en sus peluquerías claramente diferenciadas, en sus bares y en sus salas de pool. En fin.

«Te faltó…» es como una cuchillada artera, pero simpática a la vez. Habla de un lector atento y considerado. De un lector goloso que quiere, como se decía antes, «la tercera Guerra Mundial y en colores». Una señora, muy dama ella, mientras barría su vereda en la calle Bulnes, me dijo: «antes de ir a misa, lo leo». Y esa frase mañanera, me salva la vida. O la de aquel amigo borracho per se, de la plaza Arica, que se ufanaba de leer todas mi columnas. Pero, agregaba, “hasta la mitad nada más”. Antes de que le preguntara por qué, añadió: «Es que son muy aburridas». Lector franco y lúcido, a pesar de su intemperancia.

Y claro, falta mucho. Imposible deletrear la humildad del bueno de Juan Prieto, tan lerdo como generoso. Tan del Norteamérica, tan del baloncesto. Tan alto y tan guapo, bajo el tablero de la Casa del Deportista. Tan pifiado, cuando nos ganaba. Pero eso era, pifias nada más. Sin embargo, a la salida, éramos como fuimos, una familia del básquetbol. Me faltó despedirte. Este es mi adiós.

 

Publicado en La Estrella de Iquique, el 14 de diciembre de 2014, página 22