Se dice torrantes o atorrantes. La versión original tiene que ver con la primera acepción. Leyendo la biografía de Alfredo D’ Stefano aparece el dato. Es el Buenos Aires de los años treinta. En la construcción del alcantarillado la gente pobre dormía dentro de esos grandes tubos que tenía la marca Torrents. Por ende los que allí dormían fueron bautizados como torrantes.
De allí se extendió por América Latina, siendo en Argentina y Uruguay de un uso más frecuente. Nos criamos en el Norte Grande, con la presencia de esos vagabundos, que bien podrían ser los ruqueros de hoy. Iquique fue una ciudad de torrantes. Hombres y mujeres que por diversas razones hicieron de la calle su hogar. No sabemos cuando se le agregó la a. Los que viven en situación de calles, serían los torrantes de hoy. En el río de la Plata se le asoció a la condición de sinvergüenzas.
Los atorrantes moraban alrededor del mercado Municipal, de las ferias libres, de las plazas. A muchos ellos se le conocía por el apodo. Sus nombres eran un misterio. Pancho “Machete” de la plaza Arica, tal vez el atorrante más querido, murió y nunca supimos sus señas de identidad. Y como él, en todos los barrios populares. En el Colorado El República (¡que lindo apodo!) la Tonta Juana, me sopla Patricio Rivera que su apellido, es Cruz.
Los atorrantes eran parte fundamental del paisaje urbano. Eran los “hombres del saco” que era usados como recursos coercitivos para obligarnos a comer cochayuyo.
No se porqué pero me gustan los atorrantes más que los ruqueros. Cuando éramos niños cierta fascinación nos provocaban esos hombres (habían pocas mujeres, aparte de la ya nombrada, la Loca de los Gatos y la Rafaela Carrá) que llevaban su hogar en una bolsa o bien en el bolsillo de perro. Pancho Machete, usaba un vestón con una talla de más. De vez en cuando se nos perdían de vista. Aparecían cualquier día y nos contaban sus historia de amor y desamor. Joaquín Sabina escribió “La Balada de Tolito” que bien podría ser el himno oficial de los torrantes.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 3 de febrero de 2019, página 13