Soy de la Centenario, del Liceo de Hombres y ahora trabajo en la Unap. La educación pública me hizo ciudadano. El año 1991 formamos la carrera de Sociología con un convenio con el Crear. La aprendí a querer, con todas sus virtudes y defectos. A veces me gustaría que fuera mejor de lo que es. Pero, no depende tan sólo de nosotros. Somos del Estado, pero de este Estado secuestrado por el neoliberalismo y sus perversas políticas. De allí que recibimos del este, un financiamiento enjuto. El resto, cerca del 90%, tenemos que buscarlo, vía fondos concursables y otras medidas que el neo-liberalismo ha implementado con éxito y sin vergüenza alguna. Y que los gobiernos post-dictadura han implementado con éxito singular: reducir lo público.
Atendemos a estudiantes vulnerables egresados de los colegios municipalizados y que no tienen ninguna opción, ninguna, de continuar estudios si no es en la Universidad Arturo Prat. Tenemos una vocación pública, a pesar de que el Estado nos trata, a veces, como si fuéramos privados.
Todos el mundo se lava la boca con nuestra situación. Nos patean en el suelo. La historia de la Unap es la historia de un largo proceso de estereotipos y de segregación. En muchos de los casos la culpa ha sido nuestra. Hemos sido, endógenos a más no poder, pero paso a paso, hemos ido aumentado nuestra calidad. Y con los mismos y escasos recursos de este Estado jibarizado e insensible a lo público. Somos la universidad de Iquique y de Tarapacá, lo demás es pirotecnia. Hemos dialogado con la región por cerca de 50 años, sabemos de su estado de ánimo y de sus sueños. Dejarnos fuera de la gratuidad es darle la espalda a la ciudad, a su historia y a sus proyectos.
Soy de la Unap y creo en un Estado comprometido con lo público, seguiré siendo de esta universidad nuestra y pequeña, mal tratada, pero nuestra y mía. En la Centenario y en la plaza Arica aprendí de lealtades y que la ropa sucia se lava en casa. Al defender la Unap, defendemos la ciudad y la región.
Publicado en La Estrella de Iquique el 20 de diciembre de 2015, página 21.