La industria del salitre en su extenso ciclo no sólo produjo riquezas y pobreza, sino que también ayudó a crear un estilo de vida, que en la actualidad aún supervive. Dentro de ese estilo de vida o cultura, desarrolló un habla especial. Una manera de nombrar las cosas bastante original.

Hurgando en la historia de los cientos de libros  que produjo esta actividad, nos encontramos con uno que lleva el siguiente titulo: “Voces usadas en la industria del salitre”, editado en la ciudad de Antofagasta, por la imprenta Skarnic, el año 1929. Su autor es Aníbal Echeverría y Reyes, abogado y miembro de la Academia Chilena. Este libro fue financiado por una empresa salitrera. Se expresa en estos términos:  “Edición a expensas de la Sociedad The Lautaro Nitrate Company Limited”.

En este libro aparecen más de 750 palabras asociadas a esta actividad. Tiene relación directa con el proceso productivo y otras expresamente relacionadas con éste. Así por ejemplo, la palabra achillado es definida como el “operario vivo en su trabajo”, es decir el avispado. O bien la palabra callapo: “parche de saco harinero, con que se guarecen los pantalones de los trabajadores, en forma simétrica; pedazo de neumático, para remendar automóviles”.

La gran mayoría de estas palabras refieren no sólo al mundo productivo sino que también al mundo masculino. Algo que en ese entonces estaba directamente relacionado. 

Cuando se habla de la mujer se la vincula a las labores marginales de la producción o bien al mundo de la prostitución. Por ejemplo con la palabra chusca, se define a la ramera o meretriz. Sobre la mujer que trabaja se define este palabra, llavera. Quiere decir, “la que prepara el rancho, en la Administración. o en las viviendas de los empleados”. Se usa como sinónimo mayordoma.  Dentro del proceso productivo la palabra madre quiere decir: Agua vieja, saturada de salitre en frío y en otras sales.

Contiene además denominaciones acerca del origen geográfico de los que allí trabajan. Maucho, por ejemplo, se le denomina al chileno que viene del sur, no sólo del Maule. Cuico, al que viene de Bolivia.

Estos libros de voces tienen  la virtud de recordarnos el carácter dinámico del lenguaje. Palabras que ya han caído en desuso, por lo mismo que la actividad que la creó ya no existe. Poco se usa en la actualidad el término calamorro: “Zapatos ordinarios, que se atan en o el nacimiento del empeine y que acostumbrar usar los operarios en sus labores”. El zapato de seguridad lo reemplazó. Lo mismo puede decirse de la palabra cancho: “Remuneración extraordinaria”.