El  Dios creador andino dejó entre todo lo que creó, sonidos que se transmitían con el viento. Wiracocha, el Dios andino, señaló a un grupo de su creación, con la misión de domesticar esos vientos. Guillermo uno de ellos.

Wiracocha identificó a una docena de hombres, curtidos  todos por el sol, para que hicieran su voluntad. Susano, acompañó.

Wiracocha los acarició, abrazándoles y susurrándole al oído «Se que es difícil, pero imiten al viento».

Wiracocha, puso la vara alta. Pero les advirtió: «Imiten, más no sobrepasen,  el viento tiene su lógica, su razón y su carácter.

Wiracocha sabe que su obra es insuperable.

En Tarapacá, tierra preferida de su creación, esos hombres sin sospecharlo, empezaron a domeñar los vientos que eran muchos.

Vientos de la madrugada que apuran la salida del sol.

Vientos del mediodía que tratan de calmar la fiereza de los rayos solares.

Vientos de la hora de almuerzo que invitan a la siesta.

Vientos del atardecer que invitan al descanso.

Vientos de la fría noche que calan los huesos.

Vientos que incitan a conversar de leyendas que los abuelos vivieron o soñaron.

Cada 16 de julio, cada 10 de agosto, esos hombres señalados por Wiracocha, hermosean aun más el paisaje.

Siguen al pie de la letra, el mandato del dios creador andino.

Domeñan, pero no controlan.

Canalizan los vientos con esos labios curtidos por tantos besos.

Los pulmones, bodega del buen sonido, emiten ese aire que los dedos apretados al bronce, transforman en notas musicales.

Wiracocha, asienta con alegría la presencia de mujeres dialogando con los vientos.

Wiracocha escucha.

Wiracocha mueve su pies.

Wiracocha silba, besando a los vientos.

Desde el fondo del mar, lugar donde se fue a descansar, Wiracocha se alegra de que su obra se embellezca con esos sonidos.

Profeta fue Guillermo Contreras y Susano Gutiérrez, artífices de esta banda junto a otros. Memo, el hijo del primero, articula en base a la tradición a los nuevos integrantes. Los vientos del Norte Grande se saben domesticados. Los Wiracochas embajadores no oficiales de la nortinidad se han ganado el derecho a habitar en nuestra historia.

Publicado en La Estrella de Iquique, 31 de marzo de 2019, página 14