A Leo Dan se le atribuye la frase, dame un nombre de mujer y te hago una canción. Y tan cierto era esa premisa que hizo más de diez canciones. Mary, Estelita, Fanny, Beatriz, entre las que recuerdo. Paul Anka, el Leo Dan de Norteamérica, escribió Diana y ya.

En la década de los ochenta, en un casete regalado por Bernardo Contreras, apareció la canción Yolanda. Una canción eterna. Así como algunos confundían a Silvio con el Puma, por el apellido Rodríguez, otros, creían que Yolanda era una cumbia popularizada entre otros, por los Gatos Negros.

Yolanda sigue siendo más que una canción, es una declaración de amor. Y como tal, romántica que no repara en formas. ¿Se dan cuenta que sigo la letra? Como toda canción de amor, romántica, exige la muerte antes que el olvido. El coro: Eternamente tu mano. Nunca entendimos las siete razones con la que Yolanda desnuda al amante.

Yolanda la canción es la antípoda perfecta del «Breve espacio en qué no estás». La eternidad dura un solo día. Se teme la respuesta. Se prefiere compartida antes que vaciar su vida.

Yolanda se me antojaba nombre de tía, tal como Josefina o Virginia, Electra, Atlántida o Lilián. En Iquique, en las esquinas de Serrano con Amunátegui la tienda Princesa Yolanda, ejercía soberanía vendiendo ropa de moda. Pero volvamos a los 80. Casetes clandestinos que pasaban de mano en mano. Escuchas en radio caseteras, marca Nippon, importada por la Zofri. La casa de los amigos para taraear y protestar. La chica de humo de Emmanuel se imponía en el dial oficial, mientras que en el otro, Silvio y Pablo, iluminaban la noche local con «Te doy una canción», mientras que los más rebeldes entonaban «Yo pisaré las calles nuevamente». Noches que nos hacían creer la posibilidad de  que la era estaba pariendo un corazón. Benedetti y Cardenal, eran muchos más que dos, mientras que el poeta Ayala narraba la ciudad, sus oficios y sus locuras en ese libro tan preciado como inolvidable,  llamado Escupitario. Todas las mujeres parecían llamarse Yolanda.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 21 de julio de 2019, página 13