Los clubes deportivos, al igual que los bailes religiosos deben tener su libro. Y no por simple pretensión., sino por que tienen una historia que contar. Es el caso del Yungay, una institución creada el año 1905 en el mes de marzo, el día 30, para ser más precisos. Los del Yungay son dueños de una identidad incuestionable. Y ese sello la prensa de la época, la de los año 50, como “El Tarapacá”, la socializa en sus anchas y amarillas páginas: “Los aguerridos”, los “humildes”, un par de adjetivos que les calza como anillo al dedo, o como pie en el botín.
Tuve el honor de escribir esa historia. Pero más que historia, es un semblante de una institución que ha sabido con singular éxito y aplomo, vencer los obstáculos que el destino o como quiere que se le llame le ha puesto. La marca de un club como éste, se refleja en el carácter para saber reírse de si mismos. El humor es el gran capital de este club radicado en la calle Errázuriz de esta ciudad. “La noche de los toros”, celebrada el 28 de diciembre de cada año, es la manifestación más potente de este sentimiento. Estuve en ese ceremonia, y me escapé de ser nominado. “Para la próxima no se arranca, jefe”, me dijo uno con certeza. Tuve la suerte de contar con la confianza de sus socios que me abrieron las mamparas no sólo de su club, sino de su corazón. Y eso no tiene valor.
Su larga historia, es y a su modo, la historia de Iquique. En sus vitrinas de su sede social, las copas y otros trofeos hablan de su importancia, no sólo en el fútbol local, sino que también regional y nacional. Se nutrió de los mejores jugadores de la escuela 6 y de la 4. Y supo por varias generaciones alimentar a las selecciones locales. Los nombres de Jorge Vargas, Marcelino Aracena, Santiago Vega, entre muchos otros, hablan de la extraordinaria capacidad institucional de este club de barrio.
Desde los años 50 del siglo pasado, los apellidos Trincado y Lozano se hacen cotidianos. Sus directivas y socios han sabido alzar los colores roji-negros a lo largo y ancho de la ciudad. Ser del Yungay, es un estilo de vida. Esa marca de identidad es la que nos hace falta. Esa marca es la que permite explicar, el porque, por ejemplo, Uruguay sale campeón de la Copa América. Tienen épica, un relato, alguien que cuenta ese relato y gente en la cancha que lo actualiza. Este libro, que lleva mi firma, pero en realidad le pertenece a todos los yunga-yunga, es una expresión de lo anterior.
Le debemos al 2% de Cultura del FNDR y a la dirigencia de los “aguerridos” que el mundo del deporte, en este caso, del fútbol, tenga su libro. Uno más que se debe sumar a la historia de otros clubes que se esparcen en la intensa y extensa geografía de este puerto patrimonial.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 31 de julio de 2011, página A-9